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De Historia Universal de la Infamia y la Divina Comedia: un momento como cifra de una vida

  De Historia Universal de la Infamia y la Divina Comedia : un momento como cifra de una vida En el prólogo a Nueve ensayos dantescos, Jorge Luis Borges escribe: “La novela de nuestro tiempo sigue con ostentosa prolijidad los proceso mentales: Dante los deja vislumbrar en una intención o en un gesto”. [1] En Siete noches , también sobre el mismo punto: “Una novela contemporánea requiere quinientas o seiscientas páginas para hacernos conocer a alguien, si es que lo conocemos. A Dante le basta un solo momento. En ese momento el personaje está definido para siempre.” [2] Esa reticencia -declarada en numerosas ocasiones- ante la novela de fines del XIX y de la primera mitad del XX, a la luz tanto de su obra de ficción como de su obra crítica, revela no tanto el rechazo absoluto de los grandes autores de la novela psicológica [3] , como el propósito vindicativo de la literatura fantástica y policíaca, y, en general, de   la novela de peripecias (“de argumento”), frente al desdén de

Baba corrosiva

                                                                                       A la memoria de Diego Villegas,  náufrago de las olas y el misterio. Las telarañas crecen desde las vigas del techo. Multiplicados con los lustros, estos filamentos disimulados bajo la piel han cobrado demasiada consistencia. Hebras de hierro imperceptibles al ojo humano. Poco a poco han ganado en herrumbre, lo que ofrece una vaga esperanza. Pero sospecho que solo algunos hombres han podido quebrarlos. Nacen y se confunden con vellos. Uno se acostumbra hasta que los miembros dicen a desarrollarse y ahí mismo, ¡saz!, te percatas del asunto. Reparé por primera vez en los efectos a los trece o catorce años, cuando el tórax quiso ensancharse y la fuerza de los filamentos lo impidió. Con frecuencia mi madre tuvo que vigilar toda la noche, pues se me entrecortaba la respiración y, con los ojos abiertos hacia el techo, padecía alucinaciones. Despertaba sudoroso, en un sopor, sin distinguir los detalles